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Lo que quieres saber cuando preguntas
En este post recopilaba el uso que hacemos de las preguntas cuando no nos atrevemos a afirmar. Ahora veremos en cambio, qué dos objetivos tenemos en mente cuando usamos los puntos de interrogación para preguntar. Obtener información 1- Obtener un dato Si necesito que mi interlocutor puntualice o complete información a modo de “ficha”, le haré una pregunta cerrada (que se contesta con una palabra): ➡️ ¿Eras mayor de edad en 1990? 2- Obtener muchos datos Si necesito obtener mucha información sobre un tema, formularé una pregunta abierta, esto es, una pregunta que invita a explayarse: ➡️ ¿Qué te pareció su decisión de irse a vivir a Australia? Saber qué y cuánto contar 1- Qué contar En ciertas circunstancias, es útil conocer lo que mi interlocutor necesita saber, para poder facilitarle información a la medida de sus expectativas. Si, por ejemplo, trabajo, recurro al sondeo para que mi cliente potencial comparta detalles importantes: Mediante una pregunta abierta, para dejarle espacio para expresarse: ➡️ ¿Estáis alcanzando vuestros objetivos en materia de paridad de género en la alta dirección? Mediante una pregunta hipotética, para que pueda visualizarse en una situación de peligro potencial desde la tranquilidad de una conversación: ➡️ ¿Qué podría pasar si un día el presidente de la Federación de Fútbol tuviera un comportamiento del todo inaceptable en público? Las preguntas de sondeo tienen la virtud de centrar la conversación y de hacerla más específica, pero un uso excesivo puede convertirla en un interrogatorio. 2- Cuánto contar En otras circunstancias, puede ser muy útil saber cuánto sabe mi interlocutor sobre el tema que tengo pensado desarrollar. Si, por ejemplo, voy a hacer una presentación en público, puedo calibrar de dos maneras lo que conoce la audiencia: Haciendo una pregunta a la que se contesta alzando la mano: ➡️ ¿Podéis levantar la mano los que conozcáis el método hawaiano de resolución de problemas ho'oponopono? Enviando la pregunta por escrito a los asistentes antes de la presentación. Las preguntas destinadas a calibrar cuánto decir son importantes. Adaptar el discurso a los conocimientos del interlocutor es óptimo en comunicación. Si preguntas de manera adecuada, conseguirás que tu interlocutor te facilite solo los datos que necesitas y también podrás adaptar el tema y la cantidad de información de tus intervenciones. Comunicar eficazmente también pasa por formular bien tus preguntas. Este texto ha sido editado por Isabel González-Gallarza, correctora de estilo y traductora de más de cien novelas publicadas en las más prestigiosas editoriales. Foto de Canva tuneada por Elena.

Cuatro fortalezas de los introvertidos perfectas para la oratoria
Acabamos de ver que, por la naturaleza de este formato de comunicación, hablar en público es una habilidad ideal para las personas introvertidas. Ahora quiero subrayar que, además, los introvertidos presentan cuatro fortalezas idóneas para convertirse en buenos oradores. 1: Anticipación A los introvertidos les gusta invertir tiempo en reflexionar, en saber cómo y por qué pasan las cosas. No es de extrañar que les guste tener tiempo para pensar antes de hablar. ➡️ La oratoria requiere anticipación y ensayo. Esta exigencia se adapta perfectamente a la necesidad que tiene el introvertido de poder prepararse antes de lanzarse a comunicar. 2: Escucha La capacidad de escucha de un introvertido es alta. Esto le permite una comprensión profunda de las cosas y de las personas que lo rodean. ➡️ Adaptar un discurso a las necesidades de la audiencia potencia su impacto y asimilación. Anticipar los intereses y las necesidades de la audiencia es una aptitud clave para conectar eficazmente. 3: Profundidad Un introvertido dedica mucho tiempo a profundizar en las ideas, así como en sus pensamientos y emociones. Un estudio de Harvard demuestra que su córtex prefrontal -la zona del cerebro asociada al pensamiento abstracto- está más desarrollado. ➡️ Dicha introspección fomenta intercambios igualmente profundos y significativos. Los discursos no son una excepción. Un orador introvertido tiene una mayor capacidad de desarrollar temas estimulantes en sus presentaciones 4: Pasión Esos temas a cuyo análisis y estudio dedican tanto tiempo se convierten en la pasión de las personas introvertidas, que llegan a ser especialistas en materias relevantes. ➡️ El discurso es el formato perfecto para que el presentador comparta lo que más le importa. El entusiasmo que ponen en sus elocuciones convierte a los oradores introvertidos en auténticos líderes de opinión. Como ves, ser introvertido es toda una baza para hablar en público. Si te reconoces en este rasgo de personalidad, aprovéchalo para practicar el acto de comunicación que llega a más personas: la oratoria. Este texto ha sido editado por Isabel González-Gallarza, correctora de estilo y traductora de más de cien novelas publicadas en las más prestigiosas editoriales. Foto de Aaron Andrew Ang.

Tres características de la oratoria idóneas para un introvertido
Por sus características, la oratoria, una habilidad valiosa tanto en el ámbito profesional como personal, cuadra del todo con el carácter introvertido. Un apunte es necesario. Una persona introvertida es aquella para la que los intercambios con los demás suponen un desgaste que luego necesita compensar estando un tiempo a solas. 1: Hablar en público ante una audiencia, ya sea de 10 o de 100 personas, no supone un problema para un introvertido. ➡️ La energía de una persona introvertida no se ve comprometida en una presentación ante el público porque, en esta, la interacción es moderada. Como hemos dicho, lo que caracteriza a una persona introvertida es que mantener una conversación con un único interlocutor puede resultarle extenuante. 2: La oratoria es un tipo de comunicación unilateral que requiere que el presentador prepare de antemano lo que va a decir. ➡️ El introvertido tiene la necesidad de organizar sus ideas antes de comunicarlas. La unilateralidad de la oratoria cuadra perfectamente con su temperamento. 3: Según los estudios, la duración de un discurso no debería exceder los 18 minutos, el lapso durante el cual somos capaces, como audiencia, de mantener la atención. ➡️ La energía de una persona introvertida no se ve comprometida durante una exposición social tan breve. Aun extendiéndose más allá de este lapso recomendado, presentar en público tiene una duración limitada asumible para un introvertido. Como ves, si eres introvertido es posible que la oratoria sea el formato ideal para exponer tus ideas. Con tus elocuciones recibirás una recompensa que quizás ni siquiera habías imaginado. Podrás compartir de manera ordenada lo que sabes y con muchas personas. Este texto ha sido editado por Isabel González-Gallarza, correctora de estilo y traductora de más de cien novelas publicadas en las más prestigiosas editoriales. Foto de Eiseke Bolaji.

Preguntas cargadas
¿Sabías que a veces te sirves de preguntas para atacar verbalmente? Esas son las preguntas cargadas. Como puede serte difícil decir lo que piensas o sientes, usas este tipo de preguntas, las preguntas cargadas, para expresar: 1: Manipulación Si estás sentad@ en un sofá, para evitar levantarte y que, por ejemplo, te pidan una bebida, haces esta pregunta negativa: ❌ ¿No quieres tomar nada? 2: Amenaza Para moldear una respuesta según tu propio interés sesgo, haces esta pregunta capciosa: ❌ ¿Verdad que quieres quedarte con mis cuatro gatos este puente y así poder cogerte tú el siguiente? 3: Burla Cuando quieres defender tu opinión (una evidencia, según tu punto de vista) a veces recurres a la ironía y expresas exactamente lo contrario de lo que preguntas, como con este otro giro retórico: ❌ ¿Pensabas que no me daría cuenta? 4: Reprimenda Otras veces, para regañar a tu interlocutor, te muestras condescendiente. Esta opción, que es igual de agresiva que una reprimenda, se puede expresar con un tercer tipo de formulación retórica: ❌ ¿Cuántas veces hay que deciros que las reuniones no se convocan sin orden del día? Ahora ya conoces los cuatro ataques que esconden tus preguntas cuando no te atreves a hablar de manera directa. La próxima vez, anímate y prueba a expresar sin rodeos lo que piensas y sientes. Este texto ha sido editado por Isabel González-Gallarza, correctora de estilo y traductora de más de cien novelas publicadas en las más prestigiosas editoriales. Foto de Canva tuneada por Elena.

Escuchar para comprender
Para comprender a los demás hay que escuchar con atención y sin interrumpir. Estas dos habilidades de comunicación no son tan frecuentes como parece porque, a veces, para agilizar una conversación redirigimos lo que intentan decirnos o terminamos las frases ajenas. Otras veces, ponemos atención solo en lo que consideramos esencial, escuchamos mientras realizamos otra tarea o ensayamos mentalmente nuestra respuesta mientras nuestro interlocutor habla. El resultado es que, una vez terminada la conversación, nos es difícil recordar lo que nos han dicho realmente. Para qué sirve escuchar Cuando escuchamos atentamente, minimizamos el riesgo de pasar por alto información clave necesaria para poder comprender. Además, escuchar sirve para aprenderer, dándonos acceso a conocimiento que no tenemos. Finalmente, escuchar atentamente nos hace ser percibidos como personas inteligentes. Paradójicamente, a veces pensamos que la manera de demostrar nuestra inteligencia es hablando. Cómo escuchar La escucha activa es un concepto desarrollado en 1957 por Carl Rogers y Richard Farson en su esfuerzo por modelizar las aptitudes clave de un buen psicólogo, cuya finalidad es comprender. Aunque la escucha es una habilidad básica, no todos la hemos adquirido adecuadamente. Para escuchar bien, además de mantener la atención en tu interlocutor y no interrumpirlo, es importante lo siguiente: 1- Demostrar que estás escuchando Señala que estás atento Mantén contacto visual; Orienta tu cuerpo hacia la persona que habla. Demuestra que estás siguiendo la conversación: Asiente ocasionalmente con la cabeza; Utiliza expresiones de refuerzo como "mmm" o “ajá”. 2- Verificar que has comprendido Reformula lo dicho para que tu interlocutor pueda: Aclarar algo que no hayas captado bien; Rectificar algo que no haya expresado correctamente. La próxima vez que alguien te cuente algo, plantéate si tu intervención añade valor. A veces, escuchar, ganar conocimiento y entender mejor a los demás es el mejor resultado de una interacción. Este texto ha sido editado por Isabel González-Gallarza, correctora de estilo y traductora de más de cien novelas publicadas en las más prestigiosas editoriales españolas. Foto: Lynda B

Por qué nos gusta trabajar con algunas personas y no con otras
En el trabajo debes relacionarte con personas que no eliges. Con algunas te resulta agradable interactuar, y es probable que con ellas tu relación profesional sea más fructífera. Esa química se puede explicar. Una forma de hacerlo es aplicando lo que deberían ser las bases de una relación que necesita especialmente conexión: la de un paciente con su psicoterapeuta. Carl Rogers, el padre de la psicología centrada en la persona, establece seis características, entre las que he elegido tres para aplicarlas a la comunicación. Esta, al fin y al cabo, es la representación más visible de una relación interpersonal. Las características de la comunicación nos explican por qué nos gusta trabajar con determinadas personas y no con otras. Equidad: nos gusta trabajar con quienes nos tratan de igual a igual. Llegar tarde puede ser la forma en que algunas personas comunican su superioridad en una relación. Esto lo estudia la cronémica, la rama de la comunicación no verbal que analiza el papel del tiempo en la comunicación. Si, por el contrario, llegamos puntuales a una reunión, demostramos un trato de igual a igual y de respeto por los demás. ➡️ Llega puntual a las reuniones. Otra manera de reflejar que somos equitativos es dejando hablar a los demás. Permitir que nuestro interlocutor se exprese sin interrumpirle demuestra nuestro deseo de escuchar lo que los demás pueden aportar. Favorecer que nuestros interlocutores puedan desarrollar sus ideas hasta el final transmite que consideramos que las contribuciones de los demás están al mismo nivel que las nuestras. ➡️ Respeta el turno de palabra. Neutralidad: nos gusta trabajar con personas que no nos juzgan. Para colaborar bien es necesario valorar de manera incondicional a los demás así como sus opiniones, sin imponer juicios de valor. Esto no implica que estemos conformes con todas las opiniones ajenas ni que aceptemos cualquier comportamiento. La manera más eficaz de demostrar neutralidad y apertura de mente es escuchar, algo que puede expresarse con todo el cuerpo: poniéndose de cara al interlocutor; estableciendo contacto visual con él; evitando hacer otra tarea al mismo tiempo. ➡️ Escucha con todo tu cuerpo. Cuando llegue el momento de contribuir en la conversación, los otros tendrán sin duda más ganas de escuchar nuestras ideas si no incurrimos en ciertos tipos de comunicación: La que revela prejuicios: Seguro que estarás de acuerdo conmigo si te digo.... La que lleva a hablar en boca de otro: Lo que en realidad quieres decir... La que deja traslucir condescendencia: Tranquilízate. ➡️ Evita el lenguaje que pone a tu interlocutor a la defensiva. Apertura: nos gusta trabajar con quienes son capaces de ponerse en nuestra situación. Estar de brazos cruzados puede resultar una postura cómoda que además ofrece protección. En realidad, traduce poca predisposición a escuchar siquiera. Esto lo analiza la kinesia, la rama de la comunicación no verbal que estudia las posturas adoptadas por todo el cuerpo durante la comunicación. Este sería el lenguaje corporal de un comunicador abierto: Torso girado hacia interlocutor Cabeza alineada con el torso y mirada dirigida hacia interlocutor (¡algo no tan obvio como pareciera!) ligero cabeceo en momentos clave, animando al interlocutor a seguir hablando. ➡️ Adopta el lenguaje corporal que proyecta receptividad. No basta con escuchar y entender lo que nos cuenta nuestro interlocutor. Es necesario además demostrar que hemos entendido. Para ello, podemos: Intercalar en el discurso breves expresiones verbales como “ya”, “entiendo”, “mm”, etc. Reformular lo que hemos entendido, una vez que nuestro interlocutor haya terminado de hablar. Evitaremos en lo posible repetir palabra por palabra y trataremos de “etiquetar” la idea clave, como vemos en el siguiente ejemplo con la palabra “inquieto”: Según he entendido, como jefe de departamento estás inquieto por no poder cumplir con los plazos. ➡️ Corrobora con tus palaras que has entendido el otro punto de vista. Sin duda tienes la lucidez de detectar si algunos de tus intercambios en el trabajo no se adecúan a estos principios de equidad, neutralidad y empatía. Si es necesario, prueba a hacer estos ajustes. Gracias a la comunicación, tus relaciones profesionales tendrán mayor recorrido. Comprender por qué te “gusta” más trabajar con ciertas personas te ayudará a conseguir que a los demás les “guste” especialmente trabajar contigo. Este texto ha sido editado por Isabel González-Gallarza, correctora de estilo y traductora de más de cien novelas publicadas en las más prestigiosas editoriales. Foto: (C) Krakenimages tuneada por Elena.