Cuánta es demasiada empatía

Mujer que por exceso de empatía se calla o dice lo que dice su interlocutor.

Ser empático facilita la conexión, pero demasiada empatía puede convertirse en un obstáculo para la comunicación eficaz.

Si eres una persona ultraconsciente del efecto de tus palabras en los demás, estas son dos situaciones que indican que tu empatía puede no favorecerte.

Cuando la empatía te aleja de tu mensaje

La capacidad de captar todo tipo de señales del entorno es valiosa, como podrás leer aquí, pero puede volverse en tu contra. Por ejemplo, cuando al hablar adaptas constantemente tu mensaje en función de lo que ocurre —una mirada, un gesto, un silencio—, puedes acabar modificando lo que ibas a decir sin darte cuenta.

Qué digo: He disfrutado mucho este libro de manga.
Qué ocurre: Pepe arquea las cejas.
Qué pienso: A Pepe no le gusta el manga
Qué hago: Añadir No es que me entusiasme el manga, pero este tipo que llaman josei no está mal.

Esta actitud de adaptación según la reacción del otro denota que olvidas que lo que percibes (a Pepe no le gusta el manga) es tu interpretación, no una realidad. 

Como consecuencia, pierdes claridad en la comunicación interpersonal y tu mensaje se vuelve ambiguo. 

Incurrir en esta actitud es negativo si es tu manera  espontánea y no intencionada de reaccionar.

Cuando tu empatía te lleva a anular tu opinión

Evitar ciertos temas que sabemos que van a causar un conflicto con nuestro interlocutor es una muestra de inteligencia emocional. Por el contrario, poner inconscientemente la conversación en manos de los demás y darla por terminada si piensan de manera contraria es otro síntoma de un exceso de empatía. 

Por un lado, no es una buena idea adoptar sistemáticamente el punto de vista de las otras personas. Como sin autenticidad no hay confianza, surge la indeseada desconexión con tu interlocutor. 

Por otro lado, con la autocensura se interrumpe la comunicación intrapersonal. Esto puede hacerte perder la congruencia interna, como la llama el psicólogo Carl Rogers en su libro « El proceso de convertirse en persona ». La coherencia entre lo que sientes, piensas y expresas se ve comprometida si persigues a toda costa adaptarte al parecer de los demás, una conducta sobre la que leerás en un futuro post.

Qué digo: He disfrutado mucho este libro de manga.
Qué ocurre: Pepe arquea las cejas.
Qué pienso: A Pepe no le gusta el manga
Qué hago: Cambiar de tema.

La alta sensibilidad y la empatía

Algunas personas poseen una valiosa capacidad para percibir con detalle los matices del entorno. En el contexto de una conversación, puede tratarse de cambios sutiles en la voz, el gesto y la energía, que ponen de manifiesto la situación emocional de su interlocutor. 

Una de las características generales apuntadas por Elaine Aron de las personas altamente sensibles es que son más conscientes de las sutilezas, como consecuencia de un cerebro que procesa la información con mayor profundidad.  

Bianca Acevedo et al. (2014) lo demostraron con sus estudios de neuroimagen en los que, al observar rostros que expresaban felicidad o tristeza, las personas con alta sensibilidad mostraron mayor activación cerebral en dos zonas del cerebro: 

  • La ínsula, relacionada con la conciencia emocional y la empatía. 
  • El sistema de neuronas espejo, responsable de imitar internamente las emociones y acciones que observamos en los demás.

Si tu sensibilidad es alta (consulta el test de alta sensibilidad aquí), recuerda que, para que tu percepción sea un don, no puede convertirse en una traba a la hora de expresarte.

La empatía es una gran fortaleza en comunicación, y esta es a su vez la mejor representación de las relaciones humanas. Pero para convertirla en una verdadera herramienta de conexión, hay que mostrarse ante los demás con autenticidad.

Este texto ha sido editado por Isabel González-Gallarzacorrectora de estilo y traductora de más de cien novelas publicadas en las más prestigiosas editoriales.

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