Quien tiene un perro tiene conversación asegurada con otro dueño en el parque. Pero ¿se aprovecha siempre? La sintonía es grande, mayor que entre los que veranean en un mismo sitio o los que vibran al son de la misma banda musical. Tener perro es compartir un modo de vida y unos valores. Pero, a la hora de comunicar, cada uno tiene su propio estilo.
Estilo de comunicación positivo
En los 25 años que llevo en el barrio no he conocido a tantos vecinos como desde que paseo con Fama, una labrador de cinco meses. Con estas personas de las que nada sabía hasta hace unas semanas mantengo en el parque un estilo de comunicación cordial e incluso cariñosa.
Nuestra cachorra consigue lo que no han conseguido mis hijos de bebés: propiciar incontables encuentros amables en situaciones y condiciones de lo más variopintas.
Nos interpelamos con preguntas prácticas: “¿Arnés o collar?”.
Mantenemos conversaciones que ensalzan las cualidades de nuestras mascotas “cuánta compañía, con esto del teletrabajo”.
Fama (y yo) somos las destinatarias de muchos mensajes no verbales, miradas pacientes o francamente tiernas.
Gracias a ella, el contacto humano y la comunicación positiva se dan como por arte de magia.
Estilo de comunicación pasivo u hostil
Aun así hay dueños con los que no he conseguido conectar en mis paseos.
Los primeros son los tímidos, con quienes ni la sonrisa ni la disculpa en nombre de la cachorra entrometida surten efecto. Con estos, el “solo quiere jugar…” se queda colgado en el aire. Los tímidos son comunicadores pasivos.
Hay tímidos que me puentean, prefiriendo mantener una conversación de tú a tú con la perra: “Ay mi chica, qué lista que eres”.
Los segundos son los que carecen de tacto. Ocurre a veces que, ante la explicación de que nuestra perra no es nuestra sino de la ONCE y que en unos meses se irá a trabajar, cuestionan nuestra sensibilidad. En esos casos lo mejor es pensar que no son capaces de ponerse en los zapatos del otro (la famosa inteligencia emocional).
Los terceros son los dueños que parecen no creer en las palabras. Hacen uso de ellas para contar sin reparos que evitan la hora punta en el parque o que han dejado de frecuentarlo por completo. ¿La razón? Un día, sus perros los metieron en un lío, y ellos fueron incapaces de encontrar las palabras adecuadas para salir del apuro.
Usa un estilo de comunicación positivo
El perro es una fuente homologada de apoyo emocional. Por un lado es un catalizador de intercambio social, como nos señala esta tesis (que podéis leer en formato PDF).
Según un estudio sobre la felicidad de la Universidad de Harvard, sabemos, por otro lado, que conectar socialmente no solo es clave para la longevidad sino para la salud, como nos cuenta en este vídeo su director.
Así, el perro, promotor de contacto humano, pasa a ser literalmente una medicina.
No desaproveches la oportunidad de comunicar, o lo que es lo mismo, de velar por tu salud física y mental en el parque de perros.
Este texto ha sido editado por Isabel González-Gallarza, correctora de estilo y traductora de más de cien novelas publicadas en las más prestigiosas editoriales españolas.
Foto de JSR tuneada por Elena.
Completamente de acuerdo con todo lo que comentas Elena. Creo que el haber tenido perro en casa desde mi más tierna infancia me ha ayudado a comunicarme con mucha facilidad en cualquier entorno, ha mejorado notablemente mí empatía y gozo, dentro de lo que cabe, de una salud mental bastante equilibrada.
¡Eres un buen ejemplo de alguien con un estilo de comunicación positivo (que tiene perro)!