En el trabajo debes relacionarte con personas que no eliges. Con algunas te resulta agradable interactuar, y es probable que con ellas tu relación profesional sea más fructífera.
Esa química se puede explicar. Una forma de hacerlo es aplicando lo que deberían ser las bases de una relación que necesita especialmente conexión: la de un paciente con su psicoterapeuta.
Carl Rogers, el padre de la psicología centrada en la persona, establece seis características, entre las que he elegido tres para aplicarlas a la comunicación. Esta, al fin y al cabo, es la representación más visible de una relación interpersonal. Las características de la comunicación nos explican por qué nos gusta trabajar con determinadas personas y no con otras.
Equidad: nos gusta trabajar con quienes nos tratan de igual a igual.
Llegar tarde puede ser la forma en que algunas personas comunican su superioridad en una relación. Esto lo estudia la cronémica, la rama de la comunicación no verbal que analiza el papel del tiempo en la comunicación. Si, por el contrario, llegamos puntuales a una reunión, demostramos un trato de igual a igual y de respeto por los demás.
➡️ Llega puntual a las reuniones.
Otra manera de reflejar que somos equitativos es dejando hablar a los demás.
Permitir que nuestro interlocutor se exprese sin interrumpirle demuestra nuestro deseo de escuchar lo que los demás pueden aportar.
Favorecer que nuestros interlocutores puedan desarrollar sus ideas hasta el final transmite que consideramos que las contribuciones de los demás están al mismo nivel que las nuestras.
➡️ Respeta el turno de palabra.
Neutralidad: nos gusta trabajar con personas que no nos juzgan.
Para colaborar bien es necesario valorar de manera incondicional a los demás así como sus opiniones, sin imponer juicios de valor. Esto no implica que estemos conformes con todas las opiniones ajenas ni que aceptemos cualquier comportamiento.
La manera más eficaz de demostrar neutralidad y apertura de mente es escuchar, algo que puede expresarse con todo el cuerpo:
- poniéndose de cara al interlocutor;
- estableciendo contacto visual con él;
- evitando hacer otra tarea al mismo tiempo.
➡️ Escucha con todo tu cuerpo.
Cuando llegue el momento de contribuir en la conversación, los otros tendrán sin duda más ganas de escuchar nuestras ideas si no incurrimos en ciertos tipos de comunicación:
- La que revela prejuicios:
Seguro que estarás de acuerdo conmigo si te digo….
- La que lleva a hablar en boca de otro:
Lo que en realidad quieres decir…
- La que deja traslucir condescendencia:
Tranquilízate.
➡️ Evita el lenguaje que pone a tu interlocutor a la defensiva.
Empatía: nos gusta trabajar con quienes son capaces de ponerse en nuestra situación.
Estar de brazos cruzados puede resultar una postura cómoda que además ofrece protección. En realidad, traduce poca predisposición a escuchar siquiera.
Esto lo analiza la kinesia, la rama de la comunicación no verbal que estudia las posturas adoptadas por todo el cuerpo durante la comunicación.
Este sería el lenguaje corporal de un interlocutor receptivo:
- brazos no cruzados, de manera que el torso quede expuesto;
- manos abiertas;
- ligero cabeceo en momentos clave, animando al interlocutor a seguir hablando.
➡️ Adopta el lenguaje corporal que proyecta receptividad.
No basta con escuchar y entender lo que nos cuenta nuestro interlocutor. Es necesario además demostrar que hemos entendido. Para ello, podemos:
- Intercalar en el discurso breves expresiones verbales como “ya”, “entiendo”, “mm”, etc.
- Reformular lo que hemos entendido, una vez que nuestro interlocutor haya terminado de hablar. Evitaremos en lo posible repetir palabra por palabra y trataremos de “etiquetar” la idea clave, como vemos en el siguiente ejemplo con la palabra “inquieto”:
Según he entendido, como jefe de departamento estás inquieto por no poder cumplir con los plazos.
➡️ Demuestra que has entendido el otro punto de vista.
Sin duda tienes la lucidez de detectar si algunos de tus intercambios en el trabajo no se adecúan a estos principios de equidad, neutralidad y empatía. Si es necesario, prueba a hacer estos ajustes.
Gracias a la comunicación, tus relaciones profesionales tendrán mayor recorrido.
Comprender por qué te “gusta” más trabajar con ciertas personas te ayudará a conseguir que a los demás les “guste” especialmente trabajar contigo.
Este texto ha sido editado por Isabel González-Gallarza, correctora de estilo y traductora de más de cien novelas publicadas en las más prestigiosas editoriales.
Foto: (C) Krakenimages tuneada por Elena.