La realidad no es la misma para mí que para un amigo, incluso si pensamos y vivimos de manera similar. Mi representación del mundo, como la de cada uno, está moldeada no solo por mi forma de pensar sino también por factores genéticos, psicológicos y culturales.
La forma en que pienso se refleja en el lenguaje que utilizo para explicarme las cosas a mí mismo, y estas palabras a su vez pueden alterar mi estado de ánimo. Ser conscientes de que somos poco objetivos en la comunicación intrapersonal es crucial para vivir mejor.
Los sesgos negativos y su impacto en cómo vivimos
Nos pasamos el día valorando todo lo que nos rodea. Por ejemplo, si al despertarnos vemos sol y nos decimos que nos espera un día estupendo, nuestro cerebro se predispone a tener una actitud positiva. De manera similar, si sistemáticamente asociamos la presencia del sol con expectativas positivas, tenderemos a sentirnos más animados simplemente con abrir la persiana y descubrir un día soleado.
Sin embargo, no todos los patrones de pensamiento son positivos. Por ejemplo, si al despertar y ver un cielo nublado reaccionamos pensando que nos espera un día horrible, condicionamos nuestro estado de ánimo no solo para ese día sino para cada vez que el cielo amanezca nublado. Con esta expectativa, se hará difícil cambiar la idea de que será un mal día.
Sesgos comunes que nos impiden vivir bien
Estos son algunos sesgos de nuestro pensamiento y su consecuencia en nuestra visión de la realidad:
Sesgo 1: Observar solo una parte, generalmente lo malo.
«Siempre llueve cuando tengo planes al aire libre.»
Si el contenido de nuestro pensamiento no es objetivo, tratemos de ampliar la visión con otros factores.
«Aunque parece que llueve cada vez que tengo planes al aire libre, en realidad, hay muchos días soleados que he disfrutado en el parque o haciendo senderismo.”
Sesgo 2: Magnificar lo negativo y minimizar lo positivo.
“Aunque he llegado en quince minutos al trabajo, he tenido un día negro” (obviando que esta mañana he llegado al trabajo en solo quince minutos).
Tratemos de abandonar la idea de que todo lo que sale bien es “normal” y expresemos de manera equilibrada lo positivo y lo mejorable.
«Ha sido genial llegar en tiempo récord a trabajar porque no había tráfico. Lo malo ha sido la notificación de la resolución desfavorable de mi solicitud de viaje a Cuba.»
Sesgo 3: Exagerar.
“Hace un frío insoportable.”
Cada vez que usamos el término “insoportable”, es evidente que estamos exagerando. Midamos nuestras palabras, evitemos exagerar en las situaciones que nos alteran, para evitar disparar una emoción acorde a la exageración semántica.
«Hace frío, pero tengo un abrigo que me protege adecuadamente.»
Estrategia para contrarrestar los sesgos y vivir mejor
La buena noticia es que, como nos enseña el psicólogo Enrique García Huete, es posible cambiar nuestra realidad autorregulando nuestros pensamientos. Para ello, basta seguir estos pasos basados en la observación:
Tengo que mudarme a otra ciudad por el calor.
- La situación: Hace 35 grados y tengo calor.
- Tus pensamientos asociados: No quiero estar en esta ciudad.
- Tus sentimientos asociados: Me siento muy frustrada por vivir en esta ciudad.
Pregúntate qué hay de cierto en este pensamiento:
No me gusta el calor de esta ciudad en julio y agosto (pero el resto del año sí).
Reformula tu nuevo pensamiento de manera más objetiva:
En julio y agosto haré lo posible por salir a la calle antes de las once de la mañana.
La próxima vez que te sorprendas hablándote de manera negativa, date un momento para reflexionar y cuestionar la objetividad de lo que te dices. De esa manera, podrás vivir mejor. El mundo a tu alrededor no habrá cambiado, pero sí lo habrá hecho tu manera de contarte las cosas.
Este texto ha sido editado por Isabel González-Gallarza, correctora de estilo y traductora de más de cien novelas publicadas en las más prestigiosas editoriales.
Foto de Jamie Brown.
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