cuidar

Soluciones de comunicación para profesionales y centros sanitarios que buscan ofrecer una atención centrada en el paciente y hacer que este se sienta verdaderamente cuidado.

 

Médica genera confianza comunicando con su paciente de manera empática y clara

Comunicar bien también es cuidar al paciente 

El trato recibido en una consulta o en un hospital, lejos de ser accesorio, forma parte esencial del cuidado al paciente. Y, en gran medida, ese trato se construye con palabras y con gestos. 

En este artículo ofrezco pautas de comunicación para profesionales sanitarios para que cada paciente se sienta realmente cuidado.  

Cuidar es generar confianza

Desde hace décadas, en España se defiende una medicina que va más allá de la biología. En 1964, Pedro Laín Entralgo definió en La estructura de la relación entre el médico y el enfermo la relación médico-paciente como una amistad técnica en la que una de las funciones del médico es inspirar confianza y acompañar con benevolencia a cada paciente más allá del acto clínico.

Este enfoque anticipó la gran transformación que impulsaría, décadas más tarde, el informe Crossing the Quality Chasm, publicado en 2001 por el Institute of Medicine de EE. UU. Dicho informe subrayaba la necesidad de rediseñar la atención sanitaria, comenzando por un punto que suele obviarse: la experiencia del paciente. 

El estudio proponía abordar la vivencia de cada paciente para promover el cambio. El cuidado que recibe no  se construye solo con procesos organizativos o resultados clínicos, sino mediante la confianza, tal y como predecía Laín Entralgo. Y dicha confianza puede establecerse mediante una buena comunicación entre los profesionales sanitarios y cada paciente. 

Generar confianza comunicando de manera empática

Como ya vimos en el anterior artículo, la empatía no es un don reservado a unos pocos. Es una competencia profesional básica y, para el personal sanitario,  un recurso indispensable para conseguir, entre otras cosas, que cada paciente se sienta escuchado, respetado y acompañado; esto es: en confianza. 

Aquí presento unos ejemplos de cómo un sanitario puede expresar empatía hacia cada paciente: 

Presentándose

Identificarse crea un clima de cercanía y accesibilidad, y hace que el profesional deje de ser una mera “bata blanca”. 

Sentándose a su altura

Tomar asiento, en lugar de hablar de pie, transmite disponibilidad.  

Haciendo preguntas abiertas

Preguntar “¿cómo lo estás llevando?” en lugar de  “¿te duele?” Invita a explayarse más.   

Preocupándose por su dolor 

Preguntar cómo se encuentra, si tiene molestias o si ha descansado bien es una forma de validar su vivencia. 

Sonriendo 

Acompañar cualquier interlocución con una sonrisa o un toque de humor asegura que haya conexión.

Comportándose como quien no tiene prisa 

Comunicar con calma se refleja en el lenguaje corporal y transmite que se está realmente presente. 

Escuchando sin interrumpir 

Dejar hablar, sobre todo al inicio de la consulta, y escuchar con atención. (enlace al blog) 

Cuidando la intimidad 

Buscar un lugar adecuado para dar noticias delicadas o cerrar la puerta antes de hablar. 

 

Generar confianza comunicando de manera clara

La confianza también nace de la comprensión. Cuando el paciente entiende lo que le ocurre, lo que se le va a hacer y por qué, su nivel de preocupación disminuye. 

Estas son algunas fórmulas para que el personal sanitario puede ganar en claridad a la hora de expresarse: 

Verificando la comprensión

Hacer preguntas del tipo: “¿me he explicado bien?”. 

Eligiendo palabras sencillas 

Sustituir términos complejos por expresiones cotidianas 

Ejemplo: decir “estrechamiento de las arterias” en lugar de “estenosis arterial”

Utilizando frases cortas y con un orden lógico 

Expresar una sola idea por oración. 

Ejemplo: “Hoy vamos a hacerle una ecografía. Es una prueba que no duele. Nos ayudará a ver cómo está su hígado.” 

Aclarando los conceptos con metáforas 

Facilitar la comprensión de conceptos abstractos.

Ejemplo: “Los bronquios son tubos de ventilación. Cuando se inflaman, se estrechan. Por eso cuesta tanto pasar el aire, como si intentaras respirar por una pajita doblada”.

Recurriendo a ejemplos

Relacionar lo que se explica con situaciones familiares.

Ejemplo: “Este tratamiento es como cuando se cambia el aceite del coche: limpia por dentro y ayuda a que todo funcione mejor.”

Contando el cómo y el porqué

Explicar en detalle lo que se va a hacer.

Ejemplo: “Vamos a hacerle esta resonancia porque necesitamos ver si hay inflamación en las articulaciones. Dura unos 20 minutos. No le dolerá. Pero es importante que esté quieto durante la prueba. 

Dando explicaciones por escrito 

Hacer un dibujo sencillo para explicar, por ejemplo, la colocación de una prótesis de rodilla.  

Para un profesional sanitario, demostrar empatía y comunicar con claridad no es algo secundario: es una de las mejores formas que tiene de poner de manifiesto que cuida de cada paciente, haciendo que se sienta en confianza.

Este texto ha sido editado por Isabel González-Gallarza, correctora de estilo y traductora de más de cien novelas publicadas en las más prestigiosas editoriales españolas.

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Cómo ser capaces de leer a los demás

Cómo leer a los demás sin tener intuición

Carlos acaba de enterarse de que su equipo ha recibido un premio de la industria.  

José, que se acercaba a su mesa con la intención de pedirle un informe, lo felicita y da por concluido el intercambio.

¿Te reconoces en el comportamiento de José? Su reacción esconde dos componentes de la inteligencia emocional: tras comprender los sentimientos de Carlos, controla su impulso de hablar.

Si no te reconoces, hay buenas noticias para todos. La empatía requiere un tipo de intuición que se alimenta de evidencias, tal y como defiende este artículo. Para ser empático basta con que pongas en práctica lo que te presento aquí.  

La empatía: leer a los demás 

La mayor parte del tiempo, la comunicación oral y corporal de nuestro interlocutor nos proporciona un contexto valioso para entender sus palabras. Esa información muy real nos permite formarnos una idea completa de la situación.  

Otras veces, su gestualidad o su voz expresan lo que las palabras no se atreven a desvelar. Captar esos matices nos permite comprender mejor el mensaje. 

Si comprendemos las palabras de nuestro interlocutor teniendo en cuenta su estado emocional, podremos decidir si es el momento oportuno para hablar. Cuando leemos que nuestro interlocutor no está receptivo y, por lo tanto, no va a recibir adecuadamente nuestro mensaje, lo mejor será posponer la conversación. 

Así, el primer paso para demostrar inteligencia emocional, priorizando la efectividad de la comunicación sobre su urgencia, es tener la capacidad de leer a los demás. 

Cómo leer a los demás  

Para una comprensión integral, basta con poner atención a los mensajes no verbales transmitidos mediante la voz y la gestualidad. 

El lenguaje corporal que indica mala disposición para escuchar  

La postura corporal, el movimiento de las manos o las expresiones faciales de tu interlocutor son fuentes de información. 

  • Las cejas y la boca crispadas denotan agitación 
  • Las piernas o brazos cruzados, que hacen perder al cuerpo su simetría, indican nerviosismo
  • Las manos cerradas revelan intranquilidad 

Si lees que no es el momento, de poco sirve disculparte por ser inoportuno:  

❌ «Siento chafarte el momento, pero debo recordarte que…».  

Las características de la voz que indican mala disposición para escuchar 

En el ejemplo de más arriba, José ha captado la agitación emocional de su compañero, interpretando algunas de las cualidades de su voz: 

  • un tono más agudo de lo habitual, que denota excitación  
  • un volumen más alto de lo habitual, que indica agitación   
  •  titubeo, vacilación o muletillas, que revelan intranquilidad 

Si percibes que no es oportuno, evita forzar la conversación: 

❌ “Aunque no sea el momento ideal, tenía que decirte que…”. 

La inteligencia emocional suele confundirse con la intuición, un concepto abstracto. Pero prestar atención a cómo suena la voz y a cómo se mueve el cuerpo es una pauta concreta que puedes empezar a aplicar. 

Ponla en práctica para entender de manera completa lo que te dicen y poder hablar en el momento adecuado, manteniendo así conversaciones eficaces.

Este texto ha sido editado por Isabel González-Gallarza, correctora de estilo y traductora de más de cien novelas publicadas en las más prestigiosas editoriales españolas.

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sanitarios reduciendo las quejas de pacientes con comunicación

Cómo reducir de manera gratuita las quejas de los pacientes

En los centros sanitarios, los pacientes reclamamos por temas organizativos, como las largas esperas, o por cuestiones clínicas, como un tratamiento que no ha tenido los resultados deseados. Muchas otras reclamaciones esconden la percepción de no haber sido escuchados. 

He estudiado que, al tener en cuenta la opinión negativa de un paciente, los profesionales desactivan la queja y el número de cartas de reclamación así como de visitas al departamento de atención al paciente disminuye. 

La necesidad básica de ser reconocidos

Sabernos escuchados es la mejor manera de sentirnos reconocidos, una necesidad fundamental, como muestra el modelo desarrollado por  el economista chileno Manfred Max-Neef junto con Elizalde y Hopenhayn.

En el ámbito sanitario, donde los pacientes nos hallamos especialmente vulnerables, se intensifica la necesidad de que se preste atención a lo que tenemos que decir. Y está demostrado que lo que impacta en la satisfacción del paciente no es tanto que se le dé la razón, ni que se busque una solución a su problema,  como que se valide su opinión, sin negarla ni minimizarla.

Escuchar, una habilidad valiosa que cuesta aplicar 

En el artículo “Escuchar para comprender ofrecía las pautas básicas para la finalidad más poderosa de la escucha, una habilidad que se puede aprender.

Los pasos  para escuchar y demostrar que hemos escuchado son sencillos, pero no es fácil llevarlos a la práctica, como pone de manifiesto algunas de las reclamaciones recibidas en el ámbito sanitario que aluden.

Una de las razones por las que cuesta aplicar la escucha se denomina sesgo de confirmación y consiste en que nuestro cerebro tiende a buscar información que confirme lo que ya creemos y a ignorar la que lo contradice. Así, escuchamos para reafirmar lo que pensamos. Y, en el entorno sanitario, es fácil que este sesgo lleve a minimizar las preocupaciones del paciente si no cuadran con lo que el profesional considera relevante.

Cuando se trata de escuchar opiniones negativas sobre algo que nos concierne, se sobrepone una segunda dificultad: hay que ser capaz de autorregularse emocionalmente, uno de los cinco componentes de la Inteligencia emocional para David Goleman, como leemos en su libro publicado con ese título en 1995. La autorregulación es una habilidad que consiste en controlar o redirigir impulsos y estados de ánimo. En este caso concreto,  pensando antes de actuar o de replicar a un paciente. 

Merece la pena aprender a escuchar. A mi entender, es la herramienta más eficaz para prevenir conflictos, y también la más económica. En el ámbito sanitario, cuanto mejor se escuche a cada paciente, mayor será el beneficio para todas las partes.

Este texto ha sido editado por Isabel González-Gallarza, correctora de estilo y traductora de más de cien novelas publicadas en las más prestigiosas editoriales españolas.

Foto: Humberto Chávez.

Temas: Calidad asistencial, Escucha, Experiencia del paciente, Humanización de la salud, Reconocer

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empatía y comunicación

La empatía

Desde el mundo de la empresa hasta el del crecimiento personal se habla de empatía. Pero ¿qué es exactamente la empatía? 

En 1951, Carl Rogers (un psicólogo norteamericano del que te hablaba en «Por qué nos gusta trabajar con algunas personas y no con otras«) integra la empatía, una forma de conexión profunda con la experiencia ajena, entre las aptitudes que debe reunir un terapeuta para propiciar cambios en su paciente. El estudio de Rogers es una valiosa guía sobre cómo relacionarnos con los demás generando confianza y conexión. Quien introdujo el término de empatía e el campo de la psicología fue Edward B. Titchener en 1909.

Qué es la empatía 

La empatía es la capacidad de entender a los demás. Abarca los pensamientos, las emociones y las respuestas ante pensamientos y emociones. Se compone, pues, de tres facetas: la cognitiva, la afectiva y la conductual. 

Algunos piensan que esta forma de inteligencia que es la empatía consiste en una habilidad; otros, en cambio, consideran que se trata de un rasgo de personalidad. 

El psicólogo K. V. Petrides es de la segunda opinión, pues ve la empatía como una disposición natural y estable para percibir, comprender y reaccionar ante las emociones ajenas. 

En cambio, según los estudios de P. Salovey y J. Mayer, la empatía es una habilidad que se puede entrenar y afinar. Es esta visión la que Daniel Goleman popularizó, destacando la empatía como una de las cinco dimensiones clave de la inteligencia emocional, que tan esencial es para colaborar. 

En qué se traduce la empatía 

Estos son algunos pensamientos y comportamientos propios de una persona empática:

Mi compañera me dice que deja el trabajo para mudarse a una ciudad pequeña. Entiendo que para ella la familia es importante y comprendo su alegría. 

Un amigo me cuenta que lo han ascendido. Aunque empezamos a la vez y ahora él me supera, se lo merece y me alegro por él. 

Mi jefe vuelve frustrado de una reunión en la que su idea fue ignorada. Me duele que no valoren sus aportaciones. 

Creo que debemos organizar los turnos del equipo según la antigüedad, pero también entiendo que distribuirlos según la disponibilidad personal es una opción válida. 

Me molesta ver cómo otro comensal trata sin respeto al camarero. 

Un compañero me cuenta que lo han excluido de un proyecto. Le digo: “Piensa que este tipo de decisiones suelen ser políticas y no se basan en tu valía”. 

Tras una reunión de grupo en la que noto que mi nueva compañera se ha quedado callada, me acerco y le pregunto si necesita ayuda para organizar el trabajo. 

En cuanto entra por la puerta, sé si mi compañero ha tenido un mal fin de semana con su hijo. 

Si modelizamos estos comportamientos, ser empático consiste en: 

  • Tener la capacidad de reconocer la validez de una perspectiva ajena 
  • Reconocer señales emocionales en los demás (una habilidad que puedes medir mediante este test)
  • Intuir cómo se sienten los otros
  • Saber por qué las personas reaccionan de cierta manera 
  • Sentir con los demás, compartiendo estados emocionales positivos y negativos 

Para qué sirve la empatía

Para conectar (vuelve a leer mi artículo sobre cómo conectar, la finalidad básica de la comunicación)

  • Demostrando interés auténtico por lo que vive el otro. 
  • Expresando consideración  
  • Propiciando relaciones más profundas 

Para construir un diálogo

  • Parando y considerando el estado emocional del otro 
  • Ajustando las respuestas al estado emocional del otro. 
  • Adaptando el tono y el enfoque y respondiendo mejor a las necesidades de nuestro interlocutor. 

Para fortalecer nuestra propia seguridad

Cuanto más fluida y eficaz sea nuestra manera de comunicarnos, más confianza tendremos en nosotros mismos. 

Es natural que se hable tanto de la empatía, una habilidad que no es accesoria sino necesaria. Quien la cultiva tiene en sus manos una poderosa herramienta para conectar, relacionarse de manera genuina y comunicar eficazmente, esto es, para vivir mejor.

Este texto ha sido editado por Isabel González-Gallarza, correctora de estilo y traductora de más de cien novelas publicadas en las más prestigiosas editoriales españolas.

Foto: Canva

Temas: Comunicación verbal, Conectar, Empatía

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