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Pedir lo que necesito
En el artículo anterior descubrí que mis necesidades personales son mi combustible interno y que distinguirlas me proporciona un valioso autoconocimiento. Hoy veremos que la propuesta de la Comunicación no Violenta (CNV) es hacer uso de este conocimiento para pedirles a las otras personas cambios que inciden en mi bienestar. Por qué hacer peticiones Según la CNV, fomentar las relaciones colaborativas tiene estos dos beneficios: Liberar a los demás responsabilizándome de mis necesidades Cada necesidad no cubierta se traduce en un sentimiento de malestar. Al verbalizar mi necesidad, asumo que soy la única persona responsable de sentirme mal y libero de toda carga a los que me rodean. Por ejemplo, digo: Me he llevado un chasco al no verte en casa de Pepa porque quería hablarte del proyecto en Atacama. En lugar de: Cuánto me ha decepcionado que no fueras a casa de Pepa porque quería hablarte del proyecto en Atacama. Vivir en colaboración dando a conocer mis necesidades A menudo creemos que el mero hecho de convivir nos permite conocernos y comportarnos de manera acertada con compañeros, amigos y familia. La realidad es que es imposible que esto ocurra si no expresamos lo que necesitamos. Para conseguir que los demás cambien algo, tanto en el ámbito privado como profesional, debo despertar su deseo de contribuir a mi bienestar, y una de las condiciones, que repasaremos debajo, es pedírselo de manera explícita. Por ejemplo, digo: Necesito que escuches y que entiendas el reto en todos sus matices antes de proponerme soluciones. En lugar de: Necesito un colaborador empático. Cómo hacer peticiones Según la CNV, las innumerables formas posibles de satisfacer una necesidad se llaman estrategias. Para poner en práctica una estrategia y pedirle a alguien que cambie de comportamiento tengo que hacerle peticiones de manera específica. En primera persona del singular: Necesito hacer la cama para empezar el día con buen pie. En lugar de: Para empezar el día con buen pie, hay que hacer la cama. En positivo: Me gustaría que, cuando seas la última en irse, cierres la puerta con doble llave. En lugar de: No me gusta lo irresponsable que eres. Y, si es necesario, mencionando mi necesidad: Me gustaría que, cuando seas la última persona en irse, cierres la puerta con doble llave porque no duermo bien si no tengo la certeza de que la oficina está segura. De manera concreta: Te agradezco que me digas algo positivo que haya hecho durante nuestra presentación. En lugar de: Te agradezco que me des tu opinión. Los límites de las peticiones La Comunicación NoViolenta no ofrece técnicas coercitivas. El difícil ejercicio de identificar una necesidad, pensar cómo satisfacerla y hacerle una petición a alguien no garantiza el éxito . Si no consigo despertar el deseo natural de colaboración, probablemente sea porque no lo he fomentado con anterioridad, algo de lo que hablamos en este post. En este caso, siempre me queda la posibilidad de solucionar yo misma la situación. Por ejemplo, en lugar de perder el tiempo enunciando: Me he llevado un chasco al no verte en casa de Pepa porque quería hablarte del proyecto en Atacama. Puedo coger el teléfono y contar el proyecto en Atacama. Pregúntate si el cambio de actitud de otra persona tiene la capacidad de contribuir a tu bienestar de manera significativa. Si es así, sopesa si ya hay establecido entre vosotros un clima de escucha y de colaboración y, de ser así, lánzate. Merece la pena fomentar la colaboración mediante el diálogo. Este texto ha sido editado por Isabel González-Gallarza, correctora de estilo y traductora de más de cien novelas publicadas en las más prestigiosas editoriales. Para escribir este texto he consultado La comunicación NoViolenta en el trabajo además de la obra de Marshall B. Rosenberg, el creador de la Comunicación NoViolenta. Imagen generada con Dall.e.

Nuestras necesidades personales
La pirámide de necesidades humanas de Abraham Maslow sigue ofreciendo claridad, 80 años después de su publicación, sobre nuestras motivaciones humanas como sociedad occidental. También son objeto de estudio las necesidades individuales, tanto físicas, intelectuales como emocionales. La Comunicación No Violenta (CNV), por ejemplo, se fundamenta en el reconocimiento de esas necesidades personales esenciales. Hoy veremos cómo identificar una necesidad y en un próximo post contaremos que ser conscientes de nuestras necesidades nos ayuda a mejorar la comunicación y las relaciones interpersonales. Qué es una necesidad personal Según la CNV, las necesidades actúan como un auténtico combustible interno. Aunque, por ello, deberían ocupar un lugar central en nuestras vidas, a menudo resulta complicado identificarlas. La clave general para identificar una necesidad es la observación de nuestros sentimientos. Experimentar bienestar, estar absorto o sentirse conmovido, por ejemplo, son indicativos de que estamos cubriendo una necesidad. Estas son otras características de una necesidad personal: 1- Se expresa en primera persona: Necesito estar contigo por las tardes. En lugar de: Tienes que estar más tiempo conmigo. 2- Se expresa de manera afirmativa: Necesito estar sola. En lugar de: No puedo estar con gente. 3- Se expresa como una generalidad: Necesito tener una vida estable. En lugar de: Necesito pasar todos los veranos en la misma aldea de los Pirineos. No es fácil identificar nuestras necesidades. El listado que ofrece la Comunicación No Violenta, y que podrás encontrar aquí, te servirá de inspiración. La lista incluye ejemplos de necesidades englobados en los siguientes ámbitos: Autonomía: por ejemplo, poder elegir a mi pareja. Bienestar físico: por ejemplo, obtener suficientes horas de sueño. Bienestar espiritual: por ejemplo, alcanzar un estado de armonía. Realización personal: por ejemplo, encontrar un sentido a mi vida. Interdependencia: por ejemplo, recibir una consideración adecuada. Las falsas necesidades personales Estas son algunas razones por las que puede ser complicado distinguir con claridad nuestras necesidades. Una necesidad no es un pensamiento A menudo, confundimos nuestras necesidades con nuestros pensamientos, como por ejemplo cuando mezclamos: Deseo con necesidad: al creer que deseamos algo que necesitamos. Deseo con deber: al pensar que deseamos algo porque los demás lo esperan de nosotros. Una necesidad no involucra a personas y cosas concretas El concepto de generalidad que mencionamos más arriba es importante para la CNV. Según la visión de su creador, Marshall Rosenberg, si somos concretos y nos referimos a lugares u objetos, lo que estamos enunciando no es una necesidad, sino una estrategia. Las estrategias son formas de satisfacer una necesidad. Por ejemplo, puedo satisfacer esta necesidad: Necesito socializar. Con una o varias de las siguientes estrategias: Llamar a Luis para dar un paseo. Quedar con Marta para tomar algo. Apuntarme a un club de lectura. Las necesidades personales señaladas por la CNV son universales. Sin embargo, lo que distingue a cada persona es la combinación única de estas necesidades. Como hemos visto, no es fácil tomar consciencia de ellas. No obstante, vale la pena autoconocerse para poder optar por lo que nos impulsa de verdad. Este texto ha sido editado por Isabel González-Gallarza, correctora de estilo y traductora de más de cien novelas publicadas en las más prestigiosas editoriales.

Autocuestionamiento para una comunicación sana y eficaz
Exploramos en este post que, por un lado, no existe 'la realidad' sino más bien 'nuestra experiencia personal de la realidad', significativamente moldeada por diversos filtros mentales —prejuicios, creencias y vivencias— que distorsionan nuestra percepción. Y, por otro lado, vimos también que las palabras pueden alterar el estado de ánimo. Una de las principales vocaciones de la Programación Neurolingüística (PNL) es expandir nuestra representación personal de la realidad. La propuesta de esta corriente, que estudia la conducta y la comunicación humanas, consiste en la formulación de preguntas que ponen en tela de juicio nuestras afirmaciones. El resultado es un mejor autoconocimiento y una mejor comunicación. Cómo cuestionar nuestro diálogo interno Es posible atenuar los filtros que distorsionan nuestra comunicación intrapersonal poniendolo en tela de juicio. Cuando me digo: "No debería ir al cine en domingo", estoy limitando mi observación. Podría preguntarme: "¿En qué circunstancias no debería ir al cine en domingo?" Preguntas como esta ayudan a concretar a qué acciones o situaciones nos referimos. Cuando me digo: "La decisión de marcharme me hace imposible trabajar", estoy distorsionando el lenguaje, en este caso, de tal manera que mi elección se convierte en una imposición. Podría preguntarme: "¿Acaso no he sido yo quien ha tomado esa decisión?" Preguntas como esta ayudan a desanudar distorsiones mentales, desafiando el uso que hacemos del lenguaje: como vemos en el ejemplo de arriba, transformando un verbo en primera persona en un sustantivo. Cuando me digo: "El deporte en verano me sienta mal", estoy obviando información importante. Podría preguntarme: "¿Qué es exactamente lo que me sienta mal al hacer deporte en verano?" Preguntas como esta evitan que omitamos información sobre la relación causa-efecto que mantienen los dos fenómenos. Si, incluso tras cuestionarme, me respondo una y otra vez generalizando, distorsionando u omitiendo información es que me he topado con una creencia que me limita mentalmente. Reconocer estas respuestas internalizadas de manera inconsciente es el primer paso para librarme de ellas. Cuestionar lo que decimos a los demás También es posible, mediante preguntas clave, atenuar los filtros que distorsionan nuestra comunicación interpersonal. Cuando le digo a alguien: "Sé lo que te conviene" estoy haciendo asunciones sin tener evidencia sobre lo que piensa la otra persona. Podría preguntarme: "¿Cómo puedo saber lo que es bueno para otra persona sin confirmarlo con ella?" Preguntas como esta nos ayudan a aclarar quién define la acción y hasta qué punto es cierta. Cuando le digo a alguien: "Obviamente, en verano no se usa lana", el empleo del adverbio "obviamente" sugiere que estoy compartiendo una verdad universal. Podría preguntarme: "¿Para quién es válida esta afirmación?" Preguntas como esta nos ayudan a añadir información importante, como por ejemplo, quién emite la opinión. Cuando le digo a alguien: "Eres una persona sin voluntad" estoy haciendo una generalización. Podría preguntarme: "¿Es siempre cierto, en todas las circunstancias, que esta persona actúa sin voluntad?" Preguntas como esta desmontan las generalizaciones porque fomentan buscar excepciones y contraejemplos que limitan el alcance de lo que afirmo. De la misma manera, aplicar estas preguntas a lo que nos dicen los demás puede ayudarnos a minimizar que nos tomemos las cosas de manera personal y a ver que los comentarios de los demás son el reflejo de sus creencias, aprendizajes y experiencias. A veces, lo que condiciona las palabras que nos dicen nos puede ser algo tan ajeno como la dificultad para expresarse causada por una noche de insomnio. Los patrones de preguntas que nos ofrece la Programación Neurolingüística (PNL) mejoran el autoconocimiento y la comunicación. Su puesta en práctica fomenta un uso más preciso del lenguaje, reduciendo las generalizaciones, las presuposiciones o la omisión no consciente de información clave. Si quieres saber más sobre el Metamodelo del lenguaje propuesto en los años 1970's por Richard Bandler y John Grinder pincha aquí. Este texto ha sido editado por Isabel González-Gallarza, correctora de estilo y traductora de más de cien novelas publicadas en las más prestigiosas editoriales. Foto: Canva

Mi visión sobre la alta sensibilidad
Algunas personas mayores viajan de pie en el metro mientras muchas otras lo hacemos, sentadas, demasiado absortas en nuestros teléfonos. Siguiendo con el metro, las personas con Sensibilidad de Procesamiento Sensorial (SPS) serían aquellas que sí se levantan para ceder su asiento a quien lo necesita. No son mejores personas, simplemente son más conscientes de su entorno. Las personas con SPS, también conocidas como altamente sensibles, representan aproximadamente el 20% de la población. Este grupo no solo es capaz de captar más cosas de las que suceden a su alrededor, sino que también procesan con mayor profundidad lo que perciben, lo cual influye en su manera de comunicarse. Personalmente, he aprendido a reconocer esta sensibilidad en un intento de comprender a mis hijos: esa es la razón por la que la información que hoy comparto puede parecer parcial. Mi sesgo me lleva a ver principalmente los aspectos positivos de convivir con quienes actúan como verdaderos zahoríes. Esos “lectores de sala” detectan de manera ultrarrápida las sutilezas en los estados tanto emocionales como físicos. En la vida profesional, toparme con profesionales deseosos de contar con esta habilidad, que no es imposible de enseñar, pero sí difícil, ha reforzado mi valoración positiva de la alta sensibilidad. Qué es la sensibilidad de procesamiento sensorial La sensibilidad no es un rasgo de personalidad binario, sino que existe en un espectro con muchos niveles; la alta sensibilidad se encuentra en el extremo. El término de sensibilidad de procesamiento sensorial (SPS) se refiere a los siguientes aspectos: Procesamiento: se relaciona con la cognición o el pensamiento. Sensibilidad: alude a la capacidad del sistema nervioso central para procesar la información. Sensorial: engloba los estímulos internos, ambientales y sociales que son procesados o pensados. La psicóloga Elaine Aron fue de las primeras en hablar de alta sensibilidad y de SPS. En 1996 propone un constructo basado en la suposición de que algunas personas son capaces de percibir estímulos de baja intensidad y emiten respuestas intensificadas ante dichos estímulos. Cómo es una persona con sensibilidad de procesamiento sensorial Según el libro de Elaine Aron La persona altamente sensible, esta presenta las siguientes características, que pueden causar sobreestimulación y saturación. Profundidad de procesamiento Es consciente de las consecuencias a largo plazo y, por ello, antes de hablar, prefiere tomarse tiempo para pensar. Además, como baraja tantas opciones (que procesa rápidamente, aunque aparente lo contrario) sus respuestas son más matizadas y ecuánimes. Alta emocionalidad Vive tanto las emociones positivas como las negativas con mayor profundidad, ya sea ante una ficción o en la vida real. Sensibilidad social y sensorial Tiene una mayor sensibilidad a los estímulos de los cinco sentidos, ya sea la percepción del frío, de tejidos suaves, de los efectos de la cafeína, del hambre, de luces fuertes o de melodías agradables. Está alerta a las necesidades de los demás y se preocupa por el bienestar de todos, dos cualidades que fomentan relaciones significativas y duraderas. Para qué y cómo saber si eres PAS Puede que te interese identificar en qué fase del espectro de la sensibilidad te sitúas. Descubrir si eres altamente sensible puede ayudarte a mejorar tu día a día mediante un mayor autoconocimiento y realizando los ajustes necesarios en tu estilo de vida. Para medir tu sensibilidad, existe una Escala PAS para la población española desarrollada por el equipo científico de los doctores Antonio Chacón y Manuela Pérez. Esta escala ha sido realizada con el apoyo de la doctora Aron, testeada por 12.000 usuarios y validada estadísticamente con tres coeficientes diferentes. Puedes hacer uso de ella gratuitamente en la web de PAS España pinchando aquí. Comprender qué es la alta sensibilidad es el paso previo para apreciar los beneficios que aporta, ya sea en un vagón de metro o en una sala de reuniones. Si perteneces al 20% de la población que es altamente sensible, aprender a conocerte es crucial. Si perteneces al 80% restante, te interesará reconocer las ventajas que supone vivir e interactuar con personas altamente sensibles. Este texto ha sido editado por Isabel González-Gallarza, correctora de estilo y traductora de más de cien novelas publicadas en las más prestigiosas editoriales. Foto: Brian Matangelo

Cómo conectar
Como vimos aquí, para convencer no basta con ser profesionales expertos y de confianza, sino que hay que ser capaces de conectar emocionalmente. La pregunta de hoy es: ¿cómo suscitar emociones? Conectar emocionalmente pronunciando la palabra mágica Una de las necesidades básicas del ser humano es la de ser reconocido dentro de su comunidad. Llamar a los demás por su nombre es una manera muy eficaz de reconocerlos. El impacto emocional que tiene escuchar nuestro nombre ha sido objeto de estudio. En este ensayo se analizó mediante resonancias magnéticas el funcionamiento neuronal y se llegó a la conclusión de que, al oír nuestro nombre, se activa particularmente el área del cerebro responsable de las emociones. Especialmente si en tu cultura no se da importancia a llamar por el nombre, fomenta la sintonía con este gesto que solo requiere tener memoria. Para recordar el nombre de las personas: Tómate el tiempo de asociar a la persona con su nombre (por su forma de saludar o por algún rasgo personal). Úsalo enseguida después de oírlo. Si no lo oyes bien, no dudes en pedir que te lo repitan. ➡️ Una conexión emocional más sólida fomenta la apertura. Conectar emocionalmente subrayando lo que compartes En el ámbito profesional también es más fácil conectar y llegar a acuerdos con quien tenemos afinidad. En su marco teórico sobre la persuasión, Robert Cialdini incluye el principio de identidad compartida. En este artículo ya hablamos de nuestra tendencia a sentir mayor conexión con aquellos que se parecen a nosotros. En una conversación, para subrayar una visión o una manera de ser : Responde dando tu opinión y evita expresiones que puedan percibirse como un rechazo: – "Estaría bien que hubiera alguna figura humana en el anuncio". – "Sí, y también se podría incluir algún animal de compañía". En lugar de: - "No lo veo, pero podemos incluir un animal de compañía". Elige temas que tengáis en común. Los más simples son los más eficaces, siempre que sean genuinos, por ejemplo: un lugar que has visitado, un deporte que practicas o el gusto por una gastronomía. ➡️ Una conexión emocional más sólida fomenta un ambiente de confianza. Nivel pro: Conectar emocionalmente mostrándote vulnerable Para aplicar este consejo, no basta con ser un profesionales con un alto conocimiento y rigor. Además, requiere tener la autoconfianza suficiente para conversar de manera no categórica y compartir inseguridades sin socavar la propia autoridad. El psicólogo Adam Grant comparte en esta Tedtalk tres técnicas de comunicación verbal que transforman la vulnerabilidad sincera en fortaleza: Comparte tus altibajos Hazte más cercano compartiendo lo que has tenido que superar: “Aunque he cosechado grandes éxitos, el año pasado, sin ir más lejos, tuve que cambiar de enfoque, invirtiendo un mes de trabajo en ello”. En lugar de: “He rendido a tope y siempre he conseguido los objetivos que se me exigían.” Añade un matiz de duda a la hora de conversar Enseña tu lado más humano compartiendo tus dudas: “Creo en este enfoque, pero puedo haber infravalorado sus consecuencias en el ánimo de nuestros júniors.” En lugar de: “Este enfoque es el mejor. Se trata de la mejor opción.” Incluye preguntas en la conversación Fomenta la participación y la reflexión de los demás interpelándolos: “¿Crees que una clase de prompting sería interesante?” En lugar de: “Ya estamos tardando. Hay que incluir una clase de prompting.” ➡️ Una conexión emocional más sólida refuerza el vínculo. Hemos visto que, a través de la comunicación, es posible conectar emocionalmente con tu interlocutor usando su nombre, haciendo hincapié en vuestras afinidades y atreviéndote a no ser categórico para crear un ambiente de cooperación plena. Este texto ha sido editado por Isabel González-Gallarza, correctora de estilo y traductora de más de cien novelas publicadas en las más prestigiosas editoriales. Foto de Ashwin Wasmani.

Para qué sirve caer bien en el trabajo
Buena parte de nuestros intercambios en el mundo laboral se podría resumir en dos objetivos: llegar a acuerdos y recibir apoyos. Esto, que en comunicación llamamos “poder de persuasión”, nos remite a hace más de dos milenios. Aristóteles apuntó que, para convencer, un orador no solo debe ser percibido como lógico en sus argumentos (logos), o creíble (ethos), sino que además debe ser capaz de conectar emocionalmente con su audiencia (pathos). Entender lo que aporta cada uno de estos tres principios es esencial si quieres usarlos de manera consciente para convencer a los demás. Logos: Demostrar eficacia no basta para convencer El logos se plasma en la utilización de pruebas, estadísticas y verdades universales expresadas con un lenguaje preciso y con datos concretos. El resultado es un argumento objetivo y racional. Como exploramos en este post anterior “Por qué nos gusta trabajar con algunas personas y no con otras”, una forma eficaz de hacer patente tu logos es compartir experiencias donde hayas superado retos, siendo lo bastante genérico para proteger información sensible, pero lo bastante detallado a la vez para que tu audiencia pueda cuantificar tus logros. También decíamos que las palabras que empleas o el tono en que las pronuncias te ayuda a resaltar similitudes con tus interlocutores, algo que los lleva a fiarse más de ti. Pero la lógica, los conocimientos técnicos y los logros profesionales a menudo son insuficientes para convencer. Ethos: Inspirar confianza no basta para convencer En el trabajo, además de ser percibido como competente, tienes que demostrar ethos, esto es, credibilidad y autoridad moral. Es un hecho que la mayoría de nosotros optaría por colaborar con un profesional cualificado e íntegro antes que con un profesional con la misma cualificación, pero sin escrúpulos. El ethos se manifiesta siendo una persona fiable por carácter, experiencia y reputación. Pero la confianza que nos inspira alguien, incluso si demuestra tener muchos conocimientos técnicos, a menudo no es suficiente para convencer. Pathos: Conectar emocionalmente para convencer del todo El estudio "Competent Jerks, Lovable Fools, and the Formation of Social Networks" revela la importancia del pathos en el ámbito laboral. Explica que los profesionales suelen preferir sacrificar cierto nivel de conocimiento técnico y colaborar con quienes conectan emocionalmente. Los estudios de uno de los científicos más influyentes de todos los tiempos, Santiago Ramón y Cajal, sobre el sistema nervioso sentaron las bases para comprender cómo se procesan las señales en el cerebro, incluidas las bases biológicas de las emociones. Ramón y Cajal fue el "descubridor" de la célula nerviosa. Sus estudios no solo revolucionaron nuestra comprensión de la neuroanatomía, sino que también abrieron el camino para la investigación en el ámbito de la neurociencia. Hoy entendemos cómo se procesan y regulan las emociones en los circuitos cerebrales y mediante la liberación de sustancias neuroquímicas como la serotonina, la dopamina o la oxitocina. Los avances en tecnología de imágenes cerebrales han permitido observar el impacto que tienen las emociones en las áreas cerebrales que las procesan. En el próximo post veremos maneras de incidir en las emociones mediante la comunicación. El pathos, pues, apela a los sentimientos, la imaginación o las experiencias personales y es lo que necesita el profesional de confianza con altos conocimientos técnicos para convencer del todo a su audiencia. En resumen, la eficacia (logos) y la fiabilidad (ethos) son dos rasgos esenciales a la hora de mostrarse convincente. Pero, a igualdad de eficacia y fiabilidad, elegimos un profesional con el que conectamos emocionalmente (pathos). Como vemos, caer bien tiene un papel determinante en el entorno laboral. Este texto ha sido editado por Isabel González-Gallarza, correctora de estilo y traductora de más de cien novelas publicadas en las más prestigiosas editoriales. Foto de internet editada por Elena.